por Fátima Lazarte
Autorretrato
Saúl Montaño
Bolivia, Nuevo Milenio 2017
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La escritura contemporánea, en su trabajo y exploración del lenguaje, socava los límites establecidos entre ficción y realidad, interroga al lector y propicia el cuestionamiento de sus referentes. Es así que surge la obra de Saúl Montaño “Autorretrato” (2017). Este escritor nos ha presentado anteriormente los libros de relatos Una bandada de pollos en el firmamento (2012) y Desvelo (2016).
Este texto esta realizado en un formato particular -un párrafo de 54 páginas, compuesto por oraciones que llevan al esbozo de lo que el autor nos propone como un “Autorretrato”- una construcción de su percepción propia y desde su subjetividad. Este ejercicio es engañoso, pues tensiona desde un inicio la relación ficción- realidad. Autorretrato aparentemente nos promete -desde su título y su aclaración “no ficción”- llevarnos por el camino de la revelación personal o del desnudamiento del interior del escritor; pero, partiendo de la idea que estamos ante un acto literario, nos enfrentamos a otro dilema, no a la revelación de alguien sino a la construcción de un texto ficcional que parte de un trabajo con el lenguaje y nos hace una propuesta.
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En este texto se cuestiona el concepto mismo de la construcción de un autorretrato como un dibujo que configurará a una persona de un modo total, único y comprensible. Montaño nos propone un libro que no configura esta unidad o retrato propio deseado, de modo que el texto nos lleva por la exploración del fragmento, surgiendo un “yo” fragmentado y contradictorio, incapaz de ser reconocido como totalidad, revelándonos lo que justamente el yo trata de recubrir -la falta estructural del ser-. El yo es un mecanismo que da unidad a la persona, da la apariencia de totalidad y de fijeza, pero es en verdad cambiante y se ajusta cada vez, nuevamente, a la experiencia que se le presenta desde el exterior. En este trabajo se van yuxtaponiendo diferentes afirmaciones que van mostrando un yo fragmentado que recubre el vacío que lo origina.
Este texto destruye la idea del yo homogéneo, y nos presenta una secuencia de afirmaciones y escenas que permiten la emergencia de una subjetividad y de una exploración por la identidad conflictiva.
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Desde la perspectiva del lector, este modo fragmentario desata una curiosidad, pero también una frustración, ya que se desearía que algunas afirmaciones o escenas que se presentan en el texto fueran desarrolladas y otras en cambio ofrecen un alivio en su final, muchas permiten una identificación y muchas otras impiden una empatía con el personaje-escritor.
Esta forma de narrar lo íntimo y lo cotidiano, nos lleva a la reflexión respecto a lo personal y a lo humano, más allá de la posición subjetiva frente a los grandes hechos históricos y contextuales que podría abordar un hecho narrativo.
El libro ejerce como dispositivo que cuestiona al yo, y su forma de poner en palabra su subjetividad, evidenciando la complejidad del mismo y jugando con la idea de la develación de quien escribe, pero haciéndolo desde un espejo roto que intenta mediante una autoexploración ficcional acercarnos al enigma del ser, como reza el texto “Este autorretrato es fragmento de un libro en construcción”.
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