Reynaldo J. González
Investigador en artes y artista
La pintora más importante de Bolivia también desarrolló una obra poco conocida en los campos de la escultura, el dibujo y el periodismo. Esta aún no ha sido estudiada a profundidad.
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María Luisa Pacheco (1919-1982) fue, junto a Marina Núñez del Prado, la artista boliviana más conocida y exitosa a nivel internacional. Su prolífica obra pictórica, desarrollada entre finales de los 40 e inicios de los 80, se exhibió en los más importantes museos y galerías de EEUU y Latinoamérica, así como en las principales bienales artísticas del mundo. En 1986, la OEA le dedicó una muestra retrospectiva en el Museo de Arte Latinoamericano de Washington. Asimismo, su pintura abstracta fue tratada como representativa del arte boliviano en los trabajos de historiadores y críticos del arte latinoamericano como Jacqueline Barnitz, Marta Traba, Rafael Squirru, Leopoldo Castedo y Félix Ángel.
La pintura de Pacheco fue identificada con la imagen de “luz petrificada” por el filósofo Guillermo Francovich por su innegable vínculo con las cualidades del paisaje montañoso de zona andina. Efectivamente, aunque en casi toda la bibliografía especializada es clasificada como “abstracta” e “informalista”, sus referencias figurativas a las montañas son evidentes. Aunque en su mayor parte fue realizada durante los 28 años que la artista vivió en Nueva York, EEUU, es considerada como uno de los ejemplos más emblemáticos de un arte con “identidad nacional” inscrito en la producción de la denominada “Generación del 52”.
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Precisamente por su relevancia en el arte latinoamericano, la vida y la obra de Pacheco han sido ampliamente estudiadas. El mejor ejemplo de este trabajo es el extraordinario libro de gran formato “María Luisa Pacheco”, editado en 2012 por Cecilia Baya, en el cual a casi 80 láminas con fotografías de las pinturas de la artista se suman un extenso estudio de carácter académico firmado por Barnitz y una recopilación de textos de autores como José de Mesa y Teresa Gisbert, Francovich, y Luis Ramiro Beltrán, entre otros materiales.
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Un tema que ha quedado pendiente, sin embargo, es la producción de la artista en otros medios artísticos así como su probable trabajo periodístico publicado en prensa a mediados de siglo XX. Esto se debe, por supuesto, a la preminencia de su obra pictórica, así como a los pocos datos existentes sobre estos asuntos que, sin embargo, resultan necesarios para la comprensión y dimensión de su legado.
La escultura y el dibujo como base de su pintura
El menos claro de los temas pendientes para el estudio de la obra de Pacheco es su producción escultórica realizada durante sus años de formación en la Escuela de Bellas Artes de La Paz a mediados de la década de 1940. Esta obra no es publica y seguramente se encontraba constituida por ejercicios propios del periodo formativo de la artista, probablemente en una línea figurativa estilizada de temática indigenista como la que caracteriza la producción escultórica de la época. Su existencia se conoce por testimonios de Pacheco, quien relató que durante su formación planeó dedicarse a esa especialidad y no a la pintura.
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La existencia de esculturas de Pacheco podría resultar un dato de consideración para comprender a cabalidad la pintura que desarrollaría ya desde finales de la década de 1950 bajo la influencia del informalismo español. Efectivamente, su pintura más representativa es aquella que se caracteriza precisamente por su materialidad expresada en texturas y relieves producidos mediante técnicas de collage y ensamble de materiales diversos como cartón, madera, arena, telas, papel y otros. Sobre estas superficies, elaboradas laboriosamente, la artista pintaba con densos empastes, adquiriendo sus obras bajorrelieves característicos.
¿Dónde se encuentran las esculturas de Pacheco? ¿Su obra desarrollada en los medios escultóricos tuvo incidencia directa sobre su pintura informalista posterior?
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El segundo tema requerido de mayores indagaciones es la producción de la artista en el campo del dibujo. Es ampliamente conocido el hecho que, entre 1948 y 1951, trabajó como ilustradora del periódico paceño “La Razón” pero a la fecha no existe un registro de las decenas o los centenares de dibujos que publicó en este y otros medios.
Una revisión hemerográfica da cuenta, por ejemplo, de la publicación de un promedio de 5 ilustraciones de Pacheco en cada una de las ediciones del suplemento literario de edición dominical. Estos trabajos son en su mayoría dibujos lineales de personajes, paisajes y escenas destinados a complementar y ornamentar los textos ensayísticos y literarios de importantes escritores e intelectuales de la época. Su estilo es de trazo libre y rápido inscrito en el lenguaje del boceto.
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Otros dibujos publicados en prensa por la artista son retratos de personalidades de la época, elaborados a plumilla con una mayor técnica evidenciada en su mayor naturalismo y en el uso de delicados entramados para la sugerencia de texturas y volúmenes. Como los anteriores, estos aparecen casi siempre firmados con las iniciales “MLP”.
La dibujística de Pacheco también encuentra ejemplos notables en las ilustraciones que realizó para el tercer volumen del libro “La Paz en su IV Centenario 1548-1948” (1948). Se trata de obras destinadas a ilustrar algunos de los hitos históricos de la sede de gobierno y a personajes típicos de la ciudad.
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La obra de Pacheco en dibujo es completada asimismo por los dibujos a carboncillo que realizó desde su adolescencia, mismos que dan cuenta de su natural talento artístico. Algunos de estos son consignados en el libro “El dibujo en Bolivia: 1900-1950” (1996) del destacado historiador del arte Pedro Querejazu Leytón, mostrándose un par más en la obra editada por Bayá. Como se sabe, ya en su juventud la artista complementó sus incursiones autodidactas en el arte con cursos a distancia y la asistencia a diversos talleres de la época y, posteriormente, ingresando como alumna regular a la Escuela de Bellas Artes, de la que posteriormente sería docente precisamente de la materia de dibujo. En este tránsito sus dibujos adquirirán paulatinamente una notable calidad como se muestra en las obras “Indio pensativo” y “Rostro de indio” de datación incierta.
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Mucho más que en el caso de su probable obra escultórica, el estudio de la obra dibujística de Pacheco resulta fundamental para una adecuada apreciación de su obra pictórica abstracta posterior. Autores como Barnitz y Ángel han enfatizado ya en sus estudios la importancia del trabajo de boceteado previo para cada una de las abstracciones de Pacheco, en el cual se definían sus aspectos compositivos ampliamente influenciados por el constructivismo y el cubismo. En descripciones de este trabajo, se refiere a Pacheco como una dibujante incansable que permanentemente tomaba apuntes del natural o de fotografías para inspirar las composiciones a las que posteriormente se añadirían color y textura. En su libro sobre el dibujo Querejazu refiere asimismo la exposición de dibujos y bocetos de la artista en una exposición retrospectiva de 1993.
Un tema pendiente en el estudio de la obra de Pacheco en el campo del dibujo sigue siendo el de su obra en ilustración y diseño realizada durante sus primeros años de residencia en EEUU entre los años de 1956 y 1958, previos a su éxito artístico. Diferentes fuentes consignan que en este tiempo la artista trabajó como ilustradora de la revista LIFE Magazine y posteriormente como diseñadora de tapices para la New Line Designers Studio. ¿Queda algún registro material de estas obras?
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¿Pacheco periodista?
La faceta de Pacheco que podría despertar mayor curiosidad es la de su posible trabajo como periodista del Suplemento Literario del periódico La Razón entre 1948 y 1951. Aunque como se vio anteriormente es bien sabido que se desempeñó como ilustradora en este medio, una biografía sintética publicada en el libro editado por Bayá, propone que también ejerció como “editora, ilustradora y, finalmente, directora” de esta publicación.
Este dato no es menor. El Suplemento Literario de La Razón editado en un inicio por Guillermo Céspedes es tenido como uno de los hitos del periodismo cultural boliviano siendo en formato y contenidos un antecedente inmediato al suplemento Presencia Literaria de la segunda mitad del siglo XX. En sus 16 páginas semanales se publicaron numerosos ensayos y trabajos literarios de personalidades como Francovich, Beltrán, Adolfo Costa Du Rels, Yolanda Bedregal, Gustavo Adolfo Otero, Antonio Paredes Candia, Manfredo Kempf, Humberto Vásquez Machicado, entre muchos otros. Asimismo fue pionero en el país en de la parte gráfica, publicando fotografías en gran formato de obras de artistas bolivianos y extranjeros, así como de galerías fotográficas dedicadas a diferentes temáticas.
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La posibilidad de que Pacheco hubiese colaborado en el Suplemento Literario como periodista o reseñista se sustenta en la abundante cantidad de textos no firmados aparecidos en todos los números de esta publicación, mucho más teniendo en cuenta que una gran parte de estos atañen precisamente a temáticas artísticas siendo los más breves reseñas biográficas de pintores y escultores, comentarios sobre exposiciones, etc. Las probabilidades de que estos trabajos puedan ser atribuidos a una persona que se había formado precisamente en el campo de las artes plásticas y que en ese periodo era docente de la Escuela de Bellas Artes son altas.
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Podría respaldar esta teoría el hecho del elevado nivel intelectual de Pacheco, referido por múltiples fuentes que tuvieron trato con ella como Beltrán, Mesa-Gisbert, Francovich, Querejazu y Barnitz. Pacheco fue, como muchos artistas destacados de la Generación del 52, una artista inteligente y de gran cultura, como también lo demuestra una extensa conferencia sobre arte abstracto de dictó el 24 de agosto de 1976 en el Museo Nacional de Arte de Bolivia, con motivo de la realización de una muestra retrospectiva de su trabajo, así como sus testimonios plasmados en diversas entrevistas publicadas en revistas y periódicos nacionales e internacionales.
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