A través de la expresión “Inteligencia Artificial” se quiere dar la idea que exista una mente digital capaz de pensar más rápidamente que el ser humano, encontrando respuestas y solucionando problemas, no solamente prácticos sino existenciales. Detrás de esta altisonante y ampulosa definición, en cambio, hay un sistema de algoritmos que recoge y redistribuye una base de datos insertados –evidentemente– por grupos de seres humanos. Además, generada e implementada por el sistema de pensamiento protestante y anglo-gérmanico, la dicha inteligencia artificial propone soluciones y explicaciones generalmente banales pero fácilmente aceptadas porque se adhieren a un supuesto sentido común. En lo que concierne la elaboración gratuita de imágenes, la inteligencia artificial obedece a reglas mojigatas que, por ejemplo, hacen coincidir los conceptos de desnudo y de pecado. Sin embargo, un hombre propositivo puede burlarla con una elaborada serie de indicaciones y rodear el obstáculo. Y sin duda este sistema de algoritmos puede ser utilizado para asociar de manera fantasiosa, a ratos sorprendente, elementos aparentemente distantes, para vislumbrar mundos mágicos, para inventar personajes asombrosos.

A partir de hoy, Ch’aska va a publicar los resultados de estas búsquedas. Empezando por este conjunto de imágenes, inspiradas por criaturas misteriosas que desde la prehistoria han fascinado al ser humano: las rapaces nocturnas.













































































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