Fátima Lazarte
Artículo publicado en SYNÉRGEIA Revista de investigación-Volumen 1, N° 1 de Universidad privada Franz Tamayo, marzo de 2018 La Paz-Bolivia
RESUMEN
Este artículo es producto de una investigación sobre la revista cultural “Sopocachi”, emergente en la ciudad de La Paz- Bolivia, en la última década del siglo XX, para lo cual se utilizaron las siguientes técnicas: entrevistas, consulta bibliográfica y análisis en profundidad del corpus. Esta revista cultural se convierte en un espacio de dialogo entre la cultura canónica en ese momento y las nuevas propuestas que van surgiendo desde la periferia.
PALABRAS CLAVE
Revista, cultura y arte, Sopochachi, La Paz.
ABSTRACT
This article is the result of a research about cultural magazine “Sopochachi”, from La Paz- Bolivia in the last decade of XX century, for this specific work uses the following techniques: interviews, bibliographic review and a detailed corpus analysis. This Magazine became in a field of dialog between the canonic culture for that moment and the new proposes emerging from the outside.
KEYWORDS
Magazine, arts and culture, Sopochachi, La Paz.
La revista “Sopocachi” fue una publicación cultural que se realizó en La Paz, Bolivia, entre mayo de 1989 y mayo 1996; forma una colección de 27 números. En este trabajo se realizará un análisis descriptivo de la revista, reconstruyendo los inicios de la misma, dando cuenta de la historia que la rodeó para poder comprender mejor su lugar como objeto cultural en la sociedad paceña. Un punto que no se abordará, es la recepción que tuvo la revista, por ser éste un trabajo demasiado extenso. Por otro lado, es importante aclarar que pese a una exhaustiva búsqueda no se encontró ningún otro estudio de la revista.
![Portada-de-numero-Agosto-Octubre-1989](https://chaska.arte.bo/wp-content/uploads/2023/04/Portada-de-numero-Agosto-Octubre-1989.png)
Para poder reconstruir el contexto de inicio de la revista se han realizado cinco entrevistas personales, entre diciembre y enero del 2015, a Godofredo Sandoval, Alejandro Salazar, Virginia Ayllón, Aneke Quiroga y Juan Carlos Orihuela. Los primeros tres entrevistados estuvieron involucrados desde el inicio hasta el final en la revista, y estuvieron en el Comité editorial de la misma; Orihuela, estuvo ausente durante el año 1993 por motivos personales, Aneke Quiroga permanece en la revista hasta el año 1991.
SOPOCACHI, CUNA DE LA REVISTA
El nombre de la revista está tomado del tradicional barrio de Sopocachi, perteneciente a la ciudad de La Paz- Bolivia. Este barrio está ubicado cerca del centro paceño; ha sido caracterizado por su bohemia (en él están ubicados bares, restaurantes, centros culturales y galerías de arte) y relacionado con las producciones artísticas y culturales de la ciudad.
![Barrio-de-Sopocachi.-El-Monticulo](https://chaska.arte.bo/wp-content/uploads/2023/04/Barrio-de-Sopocachi.-El-Monticulo.jpg)
Inmortalizado en el tango Illimani de Néstor Portocarrero, Sopocachi albergó a grandes personalidades del arte y la cultura nacional, como Cecilio Guzmán de Rojas, Fernando Diez de Medina, Mariano Baptista Gumucio, Gastón Ugalde, Mabel Castro, Arturo Borda, Fabrizio Lara, Óscar Cerruto, Julio de la Vega, Gustavo Medinaceli, Walter Solón, Jorge Sanjinés, Alfredo La Placa, Maritza Wilde, y las familias Machicado y Cajías, entre otros. También se lo asocia a los diversos espacios culturales emplazados en él, actualmente desde el año 1994: existe la fundación Solón -donde se acoge la obra de Walter Solón Romero- ; la casa Machicado donde funciona la Fundación Flavio Machicado Viscarra que posee una biblioteca, una hemeroteca y aun realiza sus sesiones de apreciación musical los sábados – desde 1922- conocidas como “flaviadas”e iniciadas por Don Flavio Machicado Viscarra; la Academia Nacional de Bellas Artes desde 1926 hasta la fecha; y el Conservatorio Nacional de Música que estuvo presente hasta el año 2016. De acuerdo a la revista Jiwaki, estos lugares se constituían como la “representación objetiva e institucional de la personalidad cultural del barrio” (Gobierno Autónomo Municipal de La Paz [GAMLP], 2014, p.66). En Sopocachi también surgió un grupo de amigos que luego formarían la Segunda Gesta Bárbara1: Gustavo Medinacelli, Julio de la Vega, Alcira Cardona, Armando Soriano Badani, Jacobo Libermann que, entre otros, pertenecieron a esta zona.
![Interior-de-la-revista.-Mapa-del-barrio-de-Sopocachi](https://chaska.arte.bo/wp-content/uploads/2023/04/Interior-de-la-revista.-Mapa-del-barrio-de-Sopocachi.png)
Desde 1991 hasta 2008, Gastón Ugalde tuvo una galería de arte llamada Salar; desde 1998 hasta el 2015 se ubicó también la Fundación Cultural Cajías -centro cultural y biblioteca que contenía los libros de Huascar Cajías Kauffmann y que estuvo dirigida por su hija Beatriz Cajías-; está ahí también la casa de Guzmán de Rojas, que desde 1999 -en el centenario del pintor- se convirtió en un museo que actualmente se encuentra cerrado por falta de apoyo oficial. Otro lugar importante ha sido la Casa Museo de Marina Nuñez del Prado, inaugurado en 1984 y que se encuentra actualmente cerrado por un resquebrajamiento en la estructura que causó la construcción del túnel colindante. Otras instituciones que están alojadas en este lugar y que contribuyeron a la cultura son el Centro Cultural Alemán Goethe, la Alianza Francesa, el Centro Boliviano Americano CBA y el Centro de Estudios Culturales Brasileños; lugares donde se llevan a cabo clases de idiomas y diferentes actividades culturales como exposiciones de arte, fotografía y muestras de cine, además de contar con bibliotecas y videotecas.
![Fotografia-de-Fatima-Lazarte.-La-Paz-2018.-Tapa-del-primer-numero-de-Sopocachi-Revista-Cultural-publicado-en-mayo-de-1989.-Archivo-personal](https://chaska.arte.bo/wp-content/uploads/2023/04/Fotografia-de-Fatima-Lazarte.-La-Paz-2018.-Tapa-del-primer-numero-de-Sopocachi-Revista-Cultural-publicado-en-mayo-de-1989.-Archivo-personal.png)
Por último, es importante mencionar que este barrio alojó a cuatro radios: Radio Altiplano -fundada por Eduardo Ibáñez- que tomó en cuenta la comunicación en español y aimara; Radio San Gabriel -fundada por los padres de la orden de Mariknoll- que realizaba un labor social comunitaria y también transmitía en aimara; Radio Splendid -que nació orientada a los jóvenes y luego dirigió su programación a la gente en aimaraparlante-; por último, Radio Cristal -dirigida por Mario Castro- que realizaba programas culturales y transmisión de música clásica. Es así que este barrio se constituye como un lugar, como un centro de actividades relacionadas con el ámbito cultural.
HISTORIA DE LA REVISTA “SOPOCACHI”
En base a la información recolectada por las entrevistas, se sabe que la revista nació en el año 1989; en ese momento Bolivia vivía una situación particular: la democracia había cumplido 7 años de continuidad. El año 1982 se restituyó el gobierno democrático a la cabeza de Hernán Siles Suazo, mismo que acortó su período convocando a elecciones en 1985, siendo nombrado Víctor Paz Estenssoro como presidente de Bolivia pese a no haber ganado las elecciones. Este gobierno promulgó el decreto supremo 21060, que, entre otros efectos provocó, la relocalización de los mineros; este hecho hizo que los mineros cesantes migraran sobre todo a la ciudad de La Paz y al Chapare. El 6 de marzo de 1985, el Congreso de la República crea la cuarta sección de la Provincia Murillo, con su capital El Alto, esta ciudad que acogerá a muchos de los mineros relocalizados y población migrante del campo.
En este contexto, Godofredo Sandoval2 -que dirigió la revista en los primeros dos números y se mantuvo hasta el final en el Consejo Editorial- nos comenta:
El origen de la revista tiene varios antecedentes; alrededor del año 1988 creamos -junto a José Antonio Pérez- el CEP, Centro de Estudios y Proyectos (este centro realiza investigaciones sociales), y en ese momento el país iniciaba un proceso de cambio por el modelo económico neoliberal y se da una reconfiguración de la distribución de la población por la relocalización de los mineros y la crisis económica que lleva a la migración del campo a la ciudad. La presencia de población campesina de origen indígena aumentaba en la ciudad y dio lugar a una ampliación de la economía informal y al crecimiento de la ciudad de El Alto. (G. Sandóval, comunicación personal, 16 de diciembre de 2015)
Sandóval tiene, ante estos hechos, una lectura muy particular, por lo que pensó realizar una revista que
pueda recoger estas nuevas identidades que se manifiestan en el ámbito urbano, como elemento importante de reflexión. En ese momento se daba inicio a una cultura mestiza con raíces indígenas rurales que empezaba a permear el mundo de la cultura, pero sin articularse en ella totalmente. Esta cultura estaba fomentada por una clase social media-alta que tenía sus parámetros estéticos y referentes más influidos por lo occidental. (G. Sandóval, comunicación personal, 16 de diciembre de 2015)
Entonces el proyecto era realizar una revista que, a través de lo cultural, lo estético y lo artístico, integre dos esferas que estaban separadas: por un lado lo popular, lo mestizo y, por otro, la cultura “oficial” de la ciudad. De este modo, Sandoval, se convierte en el gestor de una revista como espacio de encuentro e integración de esta cultura urbana de clase media-alta localizada en el ámbito del barrio de Sopocachi- con esta “nueva cultura” que emergía en la ciudad. El propósito de la revista era integrar esa dimensión cultural, para que pudiese expresarse en la plástica, en la música, en las letras y en el arte en general.
Para este efecto, Sandoval invita a Alejandro Salazar para hacerse cargo de la parte gráfica, – ambos habían trabajado juntos en otros proyectos3– Salazar, como artista, recuperaba en su trabajo el fenotipo del rostro mestizo popular, rompiendo con lo que la plástica de ese momento había denotado: rostros mestizos más criollos, basados en una estética occidental. Huáscar Cajías de la Vega4 se suma a este proyecto y a partir del tercer número asume la dirección, según Sandoval, por dos razones: estaba involucrado en el ámbito cultural y era del barrio de Sopocachi, por lo que tenía la capacidad de llegar al objetivo que el proyecto deseaba.
Este proyecto parte de una lectura sociológica que realiza Sandoval, la cual busca su expresión en la dimensión cultural. Detrás del mismo- crear una revista- hay un concepto: el de integrar la esfera de lo popular, mestizo, indígena rural, con el mundo de la cultura “oficial” vía la estética, y las producciones artísticas emergentes. Sandóval refiere que el eje del proyecto -que está presente en toda la revista- es: “fortalecer la identidad urbana, la identidad cultural en términos de valores, prácticas y tradiciones recuperando lo latente e incorporando lo nuevo que llegaba con esta población migrante”. (G. Sandóval, comunicación personal, 16 de diciembre de 2015).
Sopocachi fue elegido porque era un espacio de producción y reproducción de arte y cultura, lo cual empatizaba con el objetivo de la revista era conectar el mundo intelectual con las dimensiones culturales de lo mestizo, que emergía en ese momento; la revista buscaba incidir en los actores que producían cultura, mostrando y recuperando estas otras prácticas que estaban ya presentes en la ciudad.
UN CATALIZADOR DE LA REVISTA: CAFÉ ARTE Y CULTURA, PROYECTO DEL CENTRO POPULAR DE ARTE Y CULTURA CPCA
A partir de los años 80, con la llegada de la democracia, se reconfigura el pensamiento sobre el ser boliviano; esta búsqueda se había iniciado a principios del siglo XX y tiene un referente en la Guerra del Chaco, como primer momento constitutivo histórico. Según lo narrado por Salazar a fines de 1979 y coincidiendo con el final de la dictadura de Banzer, se crea el Centro Popular de Arte y Cultura (CPCA). Huáscar Cajías y José Luis Núñez inician este proyecto con dos objetivos principales: la formación artística-cultural (incentivar y difundir las artes) y la formación política, ambas dirigidas a los jóvenes (A. Salazar, comunicación personal, 23 de diciembre de 2015).
En una entrevista realizada a por Gonzalo Iñiguez (1987), Cajías define el trabajo del CPCA así:
Lo importante para nosotros es la parte de poder generar un pensamiento verdaderamente afirmativo de lo que es la construcción de una cultura auténtica propia; es necesario desarrollar formas organizativas alrededor de esto […] [,] es necesario generar un pensamiento […] [E]stamos en el desafío de repensar, no hay que olvidar que estamos viviendo una crisis no solamente económica sino estructural, dado que una cantidad de mitificaciones de lo que era el espacio cultural boliviano ha caído por el propio peso de la historia […]. (p.34-36)
En esta cita vemos la orientación que asume este centro, dando lugar a un proyecto visible: el Café Arte y Cultura, que nacería en un salón de la Parroquia de María Auxiliadora (Colegio Don Bosco) el 15 de julio de 1981, funcionando varios años allí hasta su traslado a la calle Ayacucho, al lado del cine Scala5, y realizándose también algunas actividades en la calle Mercado N° 970. El cierre del café se dio entre los años 1986 y 1987.
En la entrevista realizada a Juan Carlos Orihuela, él refiere que el café fue materializado por Huáscar Cajías y por Jesús Durán, quien obtuvo un financiamiento con el cual concretaron el proyecto. A este lugar acudirían muchos artistas, entre ellos Oscar García que, junto a Jesús, fundarían posteriormente el Taller Arawi. (J. Orihuela, comunicación personal, 17 de diciembre de 2015).
Alejandro Salazar, que estuvo en el inicio de este espacio, nos comenta que en este lugar confluían los dos ejes que le darían su carácter: lo político y lo artístico. Recuerda que en este café se hacía gestión cultural, se trataba de trabajar con los jóvenes en los barrios incentivándolos en estas dos áreas, mostrando que se podía hacer una producción cultural independiente (A. Salazar, comunicación personal, 23 de diciembre de 2015).
Huáscar Cajías fue un gestor cultural que inició su actividad desde muy joven y logró la consolidación del espacio Café Arte y Cultura. En el documental sobre Cajías que realizaron Jenny Cárdenas y Alejandro Rosa (2014), Oscar García comenta que éste aglutinaba posibilidades, armaba conciertos, espacios de discusión, talleres. Este café se constituyó en un núcleo que permitió el diálogo entre distintas artes, era un espacio que acogía a jóvenes en una búsqueda artística y cultural.
Salazar trabajó como ilustrador de los afiches y anuncios que promocionaban las actividades que ocurrían en el lugar. Así, en el año 1988, el CPAC editó una publicación de Alejandro Salazar llamada A mano alzada. Antología, en la cual se muestran 31 ilustraciones que reflejan la actividad del Café Arte y Cultura cuando funcionó en la calle Mercado N° 970 y en la calle Ayacucho N° 342. Jenny Cárdenas, Manuel Monroy Chazarreta, Julio César Paredes, Matilde Cazasola, Juan Carlos Orihuela, Felipe Rossel, Dagmar Dumchen, Adrián Barrenechea, Fili Azurduy, Grupo Naira, Yalo Cuéllar, Toto Vaca, Ángel Camacho, Los Runas, Alberto Villareal, Viento Sur, Paja Brava, Chela Rivera, Ismael Lizine, Dante Uzquiano, Sempiterno Jazz, Mario Rivas, Teatro “El agujón” y el mimo “Gente más Gente=Gente” son los artistas que están registrados en estos afiches (Salazar, 1988).
En otra entrevista realizada por El Diario (2014), una de las integrantes de este espacio –Jenny Cárdenas– comenta:
Vino el Golpe del 80 y cerraron las universidades. “Huaqui” (Huáscar Cajías), nuestro querido amigo, junto con otros compañeros, abrió lo que fue el Café Arte y Cultura en una de las aulas del colegio Don Bosco. Cada viernes se juntaba este grupo de amigos, que pertenecían principalmente a las carreras de Sociología, Historia y Literatura, para cantar, para leer poesía y para conversar sobre lo que sentíamos en ese momento. Fue tan importante este café de arte y cultura, que llegó a cantar el propio Silvio Rodríguez cuando vino en 1983. (párr.11)
ALGUNOS DE LOS HACEDORES DE SOPOCACHI
Con estos antecedentes se van formando redes de trabajo entre quienes serían el núcleo de la revista: Godofredo Sandóval, Alejandro Salazar y Huáscar Cajías. Posteriormente, Cajías se encargó de contactar a Juan Carlos Orihuela y a Virginia Ayllón. Esta revista funcionó con muchas dificultades. Los primeros dos números estuvieron financiados por el Centro de Estudios y Proyectos CEP, los siguientes debían autofinanciarse mediante publicidad y ventas; los colaboradores hacían este trabajo ad honorem, esto da cuenta del compromiso con el proyecto personal que cada uno desarrolló dentro de la revista. Estos proyectos tenían una característica en común: el rescate de lo que estaba fuera de la cultura oficial, canonizada, amalgamándose en la revista que constituía un espacio de integración y planteamiento de una nueva estética para una nueva cultura que empezaría a reflejar la diversidad de identidades y personajes que se configuran en la ciudad, en lo urbano.
Salazar recuerda: “La revista se iba haciendo de acuerdo a las circunstancias, todos eran colaboradores voluntarios, no se les pagaba; entonces, era difícil conseguir algunos artículos que ya estaban comprometidos”. Otro problema que detecta Salazar se da en la distribución, pues toda esta parte estaba realizada por ellos mismos, no había gente especializada en comercialización (A. Salazar, comunicación personal, 23 de diciembre de 2015).
En este sentido, la figura de Huáscar Cajías6 como líder jugó un papel muy importante para la continuidad de la revista. Salazar comenta: “era un buen organizador, podía vender la idea y nos animaba a seguir, tenía carisma, sabía trabajar en equipo”. Huáscar Cajías de la Vega –“Huaqui”, como le decían cariñosamente sus amigos– era oriundo de este barrio y le atribuye un “espíritu de identidad” (Cárdenas y Rosa, 2014). Esta identidad es una característica muy importante que trató de plasmar en este proyecto. Salazar nos actualiza:
La propuesta de realizar la revista es de Godofredo: planteó el nombre y la idea de cómo podríamos realizar una publicación. Él ya realizaba investigaciones sociales, y me llamó para trabajar con él, de este modo me mostró una revista que trajo de Europa, era una revista de barrio que difundía las actividades culturales, quería realizar algo similar con agenda cultural y artículos de fondo, personalmente me propuso hacer la parte grafica de la revista (A. Salazar, comunicación personal, 23 de diciembre de 2015).
Salazar realizaba el diseño de la revista y las ilustraciones; además, junto con Anneke Quiroga (colaboradora de la revista), hacían el trabajo de “vendedores” y ofrecían los espacios en la revista a diferentes restaurantes, bares e instituciones: “Esta revista es la primera en La Paz que tiene agenda cultural, había que ir a explicar esto para poder vender la revista, con una maqueta que diseñé” (A. Salazar, comunicación personal, 23 de diciembre de 2015).
Su proyecto se basaba en el trabajo cultural que a él le interesaba: “tender puentes entre dos culturas diferentes, la de La Paz y la de los barrios” (A. Salazar, comunicación personal, 23 de diciembre de 2015). Este trabajo con los barrios fue realizado por él junto a Huáscar Cajías y a Anneke Quiroga. Dice Salazar:
Me interesaba que nuestro trabajo cultural se refleje en la gráfica, y que ésta muestre un trabajo no comercial, sino más artístico. En esos años mi veta para trabajar era la ciudad, la gente, pensaba que el país no podía continuar así, había muchas diferencias entre clases sociales, muros que separaban a la gente por su procedencia étnica y económica. La mirada novedosa era tratar de integrar a la gente. En ese momento se han plasmado nuestras ideas en productos y te puedes reconocer en ellos como generación. La ilustración era considerada un arte más popular, nosotros pensábamos que esto también podía incluirse en el arte considerado más canónico u oficial. (A. Salazar, comunicación personal, 23 de diciembre de 2015).
Salazar, en este sentido, cree que se lograron cosas interesantes en la producción de la revista, pero piensa que es en la recepción donde hubo fallas por las dificultades que tuvieron en la distribución.
El año 1988, Cajías contactó Orihuela para trabajar en la revista: “Lo que quería hacer Huáscar era una revista que reflejara el espíritu del barrio, sus plazas, la gente que vivía allá los poetas, escritores, pintores, estaba destinada a publicar a jóvenes poetas, escritores y artículos breves referidos a Sopocachi, esto fue cambiando poco a poco y la revista fue ampliándose a otras expresiones” (J. Orihuela, comunicación personal, 17 de diciembre de 2015). Se pensó encargarle el trabajo de editor, la corrección de estilo y la selección de artículos que se publicarían, además de tomar contacto con imprentas. Los criterios de selección que se utilizaban eran básicamente literarios, pero se elegían también otros textos que tenían que ver con el arte en general. Dice Orihuela: “yo aplicaba mis propios criterios estéticos […] el trabajo con las imprentas era complejo por la parte económica y porque ellas muchas veces no cumplían con lo que se había acordado” (J. Orihuela, comunicación personal, 17 de diciembre de 2015). Estuvo presente en todos los números de la revista en este cargo, menos el año 19937 que, por motivos personales, debe dejar esta labor para reincorporarse al año siguiente, 1994. Orihuela relata: “Sobre la segunda etapa surgieron otros criterios que no eran sólo los de la comunicación artística, sino también temáticas que tenían que ver con la sociología”; explica que aplicó su propio proyecto en la revista, este era sobre todo literario y publicaba a escritores jóvenes que no circulaban oficialmente en ese momento: Guillermo Bedregal, Rulo Scorpio, Arturo Borda y Jaime Saénz, entre otros (J. Orihuela, comunicación personal, 17 de diciembre de 2015).
Huáscar Cajías también contactó a Virginia Ayllón para realizar una columna para referenciar los libros que se publicaban en La Paz. Ella indica que estaba interesada en la “cultura del libro”, y en ese momento estaba “maravillada por el mismo”, y quería indagar “qué pasaba con el texto escrito”. Además, nos comenta: “Veía al libro como un símbolo; esto me llevó a la pregunta que posteriormente desarrollaría en esta columna sobre: qué es lo que se lee en la ciudad. Más allá de los intelectuales, buscaba cosas raras, qué es lo que latía con la ciudad”. Planteada la curiosidad que tiene sobre lo que se lee “se sabe lo que circula y yo quería hacer algo con lo que no se sabía que circulaba” (V. Ayllón, comunicación personal, 17 de diciembre de 2015). De esta reflexión sale el título de su columna: Los caminos del libro.
A partir de estos testimonios vemos como la revista tenía en su interior el desarrollo de proyectos personales, pero con el eje vertebrador que estaría marcado por integrar estas visiones culturales ya presentes de manera alternativa con la cultura oficial, siendo esto un punto de partida para la pregunta por la identidad paceña y boliviana, así como transversales que acompañan este proyecto: la juventud y el medio ambiente.
El primer editorial de la revista Sopocachi nos dice que nace por “los cambios bajo la influencia de corrientes modernizadoras” (Sandóval [Ed.], 1989, p.1) y recalca la necesidad de crear esta revista “con la finalidad de acompañar las actividades culturales, artísticas y recreativas” (Sandóval [Ed.], 1989, p.1), al inicio centradas en Sopocachi como muestra de lo que ocurre en la ciudad, y“vislumbrando la formación de una identidad urbana” (Sandóval [Ed.], 1989, p.1) , y se propone como un espacio abierto para la publicación de opiniones y análisis sobre el quehacer cultural urbano. Y el último editorial del N° 27, sigue apuntando hacia esta idea pues se discute el tema del patrimonio cultural y la propiedad intelectual donde se invita a “un debate más completo sobre las políticas culturales en nuestro país, sobre nuestra identidad y diversidad, sobre la estima que tenemos por lo nuestro” (Cajías [Ed.], 1996, p.1). Así, en ambos editoriales y en el recorrido de la revista vemos esta preocupación por la identidad, paceña y boliviana, además de la recuperación de nuestras propias propuestas artísticas y culturales, rescatando lo que queda por fuera de la cultura denominada oficial. Logrando así un espacio de reflexión y de convivencia de diferentes propuestas.
Los primeros dos números de la revista estuvieron financiados por el Centro de Estudio y Proyectos (CEP). Después, con el cambio de Huáscar a la dirección de la misma, el CPAC promovió la realización de esta revista que se financió mediante la venta de espacios publicitarios y suscriptores, principalmente.
CONCLUSIONES
Es importante destacar cómo un proyecto social se transforma en una revista cultural –como es el caso de Sopocachi–, pues la visión de Godofredo Sandóval lleva a construir una propuesta donde hay una ideología de integración social, y de interculturalidad vía el arte. Finalmente, es necesario decir que esta propuesta porque durante más de una década logró publicarse; en su interior propuso trabajar temas sociales y culturales logrando realizar un ambicioso proyecto inclusivo, de la cultura emergente con la cultura dominante de modo que se formó un espacio donde ambas podían convivir, al igual que los proyectos individuales de los participantes.
Cajías, H. [Ed.] (1996), Sopocachi Revista Cultural. (27). La Paz, Bolivia: CPAC.
Cárdenas, J. (Productor) y Rosa, A. (2014). Serie homenajes-Sección Cultura: Huáscar Cajías de la Vega [Documental]. La Paz: UMSA.
Gobierno Autónomo Municipal de La Paz [GA¬MLP] (2014). Fragmentos de la historia del barrio de Sopocachi. Jiwaki Revista Municipal de Culturas. (54), p.66.
Iñiguez, G. (4 de enero de 1987), El Centro Popular de Arte y Cultura. Hoy, pp. 34-36.
Salazar, A. (1988). A mano alzada. Antología. La Paz, Bolivia: CPAC.
Sandóval, G. (1989a). La ciudad prometida: pobla¬dores y organizaciones sociales de El Alto. La Paz, Bolivia: SPI.
Sandóval, G. [Ed.] (1989b). Sopocachi Revista Cultu¬ral. (1). La Paz, Bolivia: Systema SRL.
1 Grupo generacional que organiza un grupo literario en 1944 y produce una revista homónima con cuatro números.
2 Actual director del PIEB, entrevistado por mi persona el 16 de diciembre de 2015
3 Salazar, quien ya había trabajado con el PIEB, hizo las ilustraciones del libro “La ciudad Prometida: pobladores y organizaciones sociales del El Alto” publicado el año 1989.
4 En la ciudad de La Paz las redes constituidas por lazos familiares y de amistad son muy importantes en el momento de concretar un proyecto, la hermana de Huáscar Lupe Cajías está casada con José Antonio Pérez, más adelante el Dr. Orihuela nos revela que es cuñado de Huáscar.
5 Actualmente este cine no existe, en ese lugar funciona una congregación cristiana.
6 Huáscar Cajías de la Vega falleció en el año 2001
7 Este año es el que he denominado período de crisis, sólo salen dos números en un año, y en el editorial del No 19 se comenta que la revista sufrió un robo.
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