Por Reynaldo J. Gonzalez
Investigador en artes y artista
(Texto publicado en el periódico Opinión dentro del suplemento La Ramona Cultural)
- El artista japonés más importante del siglo XX produjo más de una decena de pinturas y dibujos durante su estadía en La Paz de 1932. En ellas se evidenciaría la influencia del entorno andino, mismo que quedó registrado, asimismo, en uno de sus famosos autorretratos.
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A inicios de agosto de 1932, Léonard Tsuguharu Foujita – el artista japonés más importante de la primera mitad del siglo XX- llegó a Bolivia. El 11 del mismo mes, inauguró en el Círculo Militar de La Paz una exposición compuesta por 45 obras, entre pinturas y dibujos. Según consignan diversas fuentes, 10 de las obras conformantes de la exposición habían sido realizadas en territorio boliviano, mismas que, por la fama de su creador, deberían ser contadas entre las más importantes hechas por un artista extranjero en nuestro país.
Aunque llamativo, el hecho de que un artista inquieto y prolífico como Foujita haya producido obras en Bolivia no debería resultar del todo sorprendente, tanto más cuanto existen obras del japonés firmadas en Brasil y Argentina, entre otros países que había visitado desde el inicio de su periplo por las américas en 1931. Lo que sí resulta extraordinario, sin embargo, es la plasmación en ellas de elementos locales que, según afirma una nota periodística de la época, evidencian “el triunfo del suelo aimara en el espíritu de Foujita”.
![Madre e hija, Foujita s.f.](https://chaska.arte.bo/wp-content/uploads/2023/07/356469973_583525613861292_982072864207399552_n-1024x640.png)
De estas obras, la única registrada es el retrato de una imilla (muchacha aymara), muy concordante con la afición de Foujita por la figura femenina, así como con la tendencia indigenista prevaleciente en la época. Según una nota de La Razón del 12 de agosto de 1932, en ella los “planos bronceados de la fisionomía aymara” fluían con el textil que vestía la modelo “caracterizado en sus formas, líneas, rasgos y tonalidades nativas”.
A falta de registros oficiales de la exposición, el resto de las obras de Foujita “con motivos indígenas” permanece desconocido para nuestro tiempo. Su existencia, sin embargo, queda corroborada aún en reseñas críticas de la exposición publicadas en días posteriores por intelectuales bolivianos como Roberto Prudencio y Fernando Diez de Medina. En sus textos ambos coincidirán en elogiar las virtudes de la obra conocida internacionalmente del artista nipón, pero lamentarán su “fracaso” al interpretar temas locales:
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(“El arte – se limitará a escribir Prudencio– no es habilidad. El arte es expresión de contenidos psíquicos, y cuando dichos contenidos faltan tiene que fracasar necesariamente el más genial de los artistas”. Mientras que Diez de Medina afirmará que “en lo subjetivo, (Foujita) no ha captado el espíritu indígena; en lo objetivo – lejos de la efusión del colorir – se limita a lucir la destreza de su técnica en representaciones de sujetos donde lo indio es todavía regional”).
Otra noticia que debería resultar sorprendente en cuanto a la producción artística de Foujita en territorio nacional es el hecho de que a estas obras “con motivos indígenas” se habrían sumado otras en cantidad indefinida realizadas durante la estancia del artista en La Paz durante las semanas posteriores a la inauguración de la exposición. Este dato llamativo es extraído de una entrevista al artista publicada en El Diario el 16 de agosto en la cual el periodista describe el departamento de Foujita en el Hotel París exornado de “cuadros de temas bolivianos”. Dado que la inauguración de la exposición realizada en el Círculo Militar data del día 11, y la publicación 5 días posterior, es de suponer que los cuadros referidos por el periodista de El Diario sean otros a los expuestos en el Círculo Militar.
![](https://chaska.arte.bo/wp-content/uploads/2023/07/foujita-6.jpg)
Otras obras del maestro japonés de las cuales se tiene conocimiento que pudieron ser elaboradas en Bolivia son las tres correspondientes a una colección particular boliviana ya referidas en la primera parte de este trabajo. Se trata de “Le chat bolivien”, “Nature morte aux poissons” y “Madeleine”. De las tres, solo “el gato boliviano” aparece firmado consignando a La Paz como su lugar de elaboración, siendo posible que las otras – un retrato de la esposa del artista y un bodegón– solamente hayan sido expuestas y vendidas en La Paz.
Un caso diferente a los anteriores lo constituye el autorretrato del artista ““Autoportrait dans l’atelier” perteneciente a la colección Kenzo Marsumura, que, de acuerdo a la historiadora del arte Kate Kangaslahti, habría sido firmado en La Paz. Se trata de una obra más compleja que las anteriores debido a que sigue el patrón de una serie de cuadros similares efectuados por el artista desde la década de 1920, siendo particularmente similar a un autorretrato realizado por el artista durante su estadía en Buenos Aires en 1931 (foto) conservado hoy en la colección de obras maestras del Museo Nacional de Bellas Artes de Argentina.
![Autoretrato 1936](https://chaska.arte.bo/wp-content/uploads/2023/07/326444820_575178147469482_1294798954666186345_n-1024x688.jpg)
En esta pintura se muestra al artista sentado pincel en mano frente a una mesa de trabajo baja en la que reposa un papel en blanco. La característica distintiva de la obra firmada en Bolivia, de acuerdo a una descripción de Kangaslahti, es el retrato de dos niños indígenas de piel morena que se encuentra al fondo, adornando una de las paredes del taller del pintor, en sustitución de las efigies de mujeres que caracterizan al común de esta serie de pinturas. El de esta obra es sin duda un caso que merece particular atención, principalmente porque aunque se sabe que a lo largo de su recorrido por América Foujita había pintado distintos tipos aborígenes, es muy raro que haya incluido sus imágenes en una composición tan común y característica del conjunto de su trabajo.
Al respecto, cabe mencionar dos puntos particularmente interesantes que pudieron llevar al artista a incluir a personajes indígenas en un tipo de composición en la cual prácticamente todos los elementos habían permanecido inalterables por años: el primero es la fascinación que el paisaje andino había ejercido sobre Foujita, y el segundo, su contacto con el arte indigenista practicado por los artistas bolivianos de la época. En una siguiente parte de este trabajo se tratarán estos temas a partir de dichos del mismo artista sobre Bolivia y sus artistas.
![Escena erótica, Foujita s.f.](https://chaska.arte.bo/wp-content/uploads/2023/07/356553823_1712387079211749_3612916883175525493_n-1024x640.png)
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